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“Las lenguas y el género no están aparte, jamás”

2018/10/24

Las jornadas  organizadas el viernes pasado por Garabide y desarrolladas bajo el título: “Empoderándonos: lengua y género” celebradas en Bilbao Berrikuntza Faktoria  de Mondragon Unibertsitatea cumplieron las expectativas y pretenden ser un punto de partida para unir el activismo a favor de la lengua y el empoderamiento de la mujer. En esta crónica informamos de lo que dio de sí la mesa redonda.

Con la frase que hemos recogido en el título del artículo finalizó su intervención Lorea Agirre antes de dar paso a ruegos y preguntas. Esa frase certera recoge fielmente las vivencias y opiniones manifestadas en la mesa redonda.   

Guiadas por Iraitz Agirre se reunieron 4  oradoras, representantes de comunidades lingüísticas de 3 continentes:  Suna Altun activista kurda, la activista  de la lengua maya yucateca de México Yazmin Novelo y entre los euskaldunes el sociolingüista Txerra Rodriguez y la antropóloga y periodista Lorea Agirre. Al igual que cuando miramos  por la cerradura de una puerta vieja, tuvimos la oportunidad de acercarnos a la situación que viven las mujeres que trabajan por la revitalización lingüística de las lenguas minorizadas en diferentes lugares del mundo y, como pocas veces ocurre, oímos desde su propia voz dónde y cómo ser cruzan las opresiones de género y de lengua.

Para empezar, Iraitz Agirre les lanzó el punto, al objeto de que compusieran un verso con rima y melodía libres: “¿Utilizamos del mismo modo las mujeres y los  hombres la lengua hegemónica y la lengua  minorizada?” Todos respondieron que no, pero se recogieron matices que diferencian las distintas realidades.

Posteriormente, la activista kurda Suna Altun dio inicio a las intervenciones individuales y nos habló de la situación que viven los kurdos bajo dominio turco. Comenzó la intervención con un lema muy conocido entre los kurdos: Jin, Jîyan, Azadî , y añadiéndole una palabra  Jin, Jîyan, Azadî û Ziman (En castellano “Mujer, Vida, Libertad y  Lengua”. Puso el foco  en el estatus lingüístico que viven las personas kurdas, las mujeres principalmente, y en los objetivos que tienen las mujeres kurdas así como las luchas que tienen en marcha para el logro de los mismos. Para terminar su intervención mencionó las 3 áreas a trabajar prioritariamente: necesidad de dar un mayor valor a la lengua en la educación y en todos los ámbitos públicos,    Guiar unidas las estrategias de revitalización lingüística y las del empoderamiento de las mujeres y, en el ámbito familiar, que la responsabilidad de la transmisión de la lengua sea tanto del padre como de la madre. Al hilo de esta última sugerencia, Suna Altun habló en torno a un término que se mencionó varias veces como es el de “lengua materna” y, en las aportaciones del público, se propuso utilizar el término “lengua de casa" en su lugar, así como “primera lengua” o la necesidad de otros términos, por ejemplo, para los casos en los que la lengua de casa no coincida con la lengua de escolarización.   

Dando la vuelta al mundo dimos un salto hasta México. La hablante maya yucateca y activista lingüística Yazmin Novelo nos dio a conocer las reflexiones realizadas en los talleres por parte de 22 mujeres de la comunidad. Entre otras, intentaron responder a la siguiente pregunta: “¿En qué medida el activismo lingüístico contribuye a un mundo equitativo y justo? Y el grupo de mujeres llegó a 2 conclusiones: por un lado, que el activismo lingüístico  tiene que ser una herramienta para construir un modo de vida en el que tengan cabida diversos modos de estar en el mundo y, por otro,  que por medio del activismo lingüístico hay que buscar espacios para la justicia social. En palabras de Novelo  tenemos que aprender a hacer frente conjuntamente a las opresiones que compartimos las mujeres y las lenguas minorizadas como consecuencia de los desequilibrios en las relaciones de poder de la sociedad. En última instancia la hegemonía lingüística o las relativas al género son también hegemonías culturales, por lo que nuestro objetivo no se puede limitar a recuperar ámbitos de uso de las lenguas minorizadas o a garantizar la presencia de las mujeres en los espacios que les corresponde.   

Seguidamente recogieron el testigo los euskaldunes y Txerra Rodriguez fundamentó su intervención en datos.   Para empezar, expuso ante el público lo siguiente: según los datos declarados de Euskal Herria las mujeres y los hombres están parejos en cuanto al conocimiento, pero las mujeres utilizan más el euskera en todos los intervalos de edad y tanto en los euskaltegi (clases de euskera para adultas) como en los berba-lagun (grupos de conversación) las mujeres son mayoría.  Tras poner los datos sobre la mesa nos presentó  las conclusiones de varias investigaciones según las cuales la identidad lingüística de la madre tiene  mayor peso que la del padre. Por otra parte, las investigaciones dicen que las mujeres empiezan más tarde a aprender la lengua hegemónica, pero olvidan antes su lengua originaria. Ante todo esto, prevalecieron las dudas y Txerra Rodriguez las resumió del siguiente modo:   por un lado, la revitalización del euskera se ha dejado sobre las espaldas de las mujeres y los niños, esto es, sobre los colectivos que menor poder ostentan  y, para terminar, lanzó la siguiente pregunta: ¿si el uso de una lengua se feminiza, no pierde valor automáticamente? 

La última intervención fue la de Lorea Agirre, tan corta como fructífera. Siendo suya la frase recogida en el título de esta crónica, para resumir su intervención recogemos otras frases que hemos barajado como posibles títulos: “La relación entre las lenguas  es una relación de  poder. La lengua y el género están necesariamente mezclados”, remarcó que todo lo que hacemos lo hacemos desde ese ser que somos, tanto en el sistema sexo-género como también en el  idioma. En esa línea comentó: “yo soy la misma persona, no un 60% feminista y un 40% euskaltzale, por mencionar algunas militancias… todo va unido”. Además, respecto al empoderamiento remarcó lo siguiente: “no nos empoderamos en una única cosa, nos empoderamos como persona, todo va unido” y como ejemplo de ello, como ejercicio de empoderamiento, mencionó la iniciativa Euskaraldia. Para finalizar, dejó caer sobre la mesa que  todas las relaciones de poder han sido construidas, por lo que también pueden ser desmontadas y apeló a trabajar colectivamente para lograrlo.

Es imposible recoger en esta breve crónica todo lo que dio una sesión de 2 horas pero lejos de ser una actividad aislada, situamos las jornadas en un contexto más amplio y, de cara al futuro,  son el punto de partida para trabajar el tema con mayor  profundidad en los proyectos de cooperación.  En la medida que diferentes opresiones nos lleven a diferentes estrategias para empoderarnos seguiremos abriendo espacios para conocernos y escucharnos mutuamente y para compartir experiencias.  

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